El último partido de pretemporada en Estados Unidos comenzó con retraso a causa de una tormenta que obligó incluso a desalojar el estadio. A esas horas de la madrugada en España ese retraso debió sentar mal a más de uno. A mí, particularmente.
Para compensar, el Madrid salió con ganas y con velocidad. Tanta, que antes del segundo minuto Asensio ya había rematado a la red un espectacular centro en profundidad de Bale con el exterior de su pie izquierdo.
Lejos de bajar los brazos la Roma (¿No debería ser "el" Roma, en Español?) se acercó a la portería de Navas, aunque sin peligro.
Los siguientes minutos fueron entretenidos. El Madrid dominaba y corría. Hacía pases largos que llegaban a su destino y en ocasiones tiraba a puerta. Fue precisamente en una jugada así, en el minuto 15, con un pase largo de Carvajal a Bale como llegó el segundo gol. Quizás el portero de la Roma podía haber hecho más, pero no hay que quitar méritos al galés que le batió por bajo cogiéndole a contrapié.
Lo siguió intentando el Madrid, con posesión e intensidad pero con menos fortuna. Ni Benzema, ni Ceballos consiguieron aumentar la ventaja, y se llegó al descanso con el 2-0.
La segunda parte no tuvo demasiada historia, más allá de ver a los nuevos. No jugó mal el Madrid, pero no hubo ni emoción ni ocasiones claras. Sólo un tiro de Vinicius que casi entra por la escuadra y el gol de la Roma en el minuto 82 tras un fallo defensivo en un saque de banda aceleraron un poco el pulso del madridista que aguantara despierto a esa hora. Y no hubo más.
Ya sólo quedaba irse a dormir a la hora de levantarse con la satisfacción de ver que cuando el Madrid corre, y hace correr la pelota, los resultados son positivos.
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