jueves, 25 de octubre de 2018

Mal juego, pitos y victoria.

Se podrá acusar de todo al público del Bernabéu tras el partido contra el Viktoria Plzen excepto de "resultadista": El Madrid ganó, pero al final del partido se llevó una pitada como hacía mucho tiempo que no se escuchaba. Y todo por cometer los mismos errores que se vienen cometiendo desde hace tiempo, con la excepción de que el gol de regalo al contrario esta vez no fue en los primeros minutos, sino en el 78.

El partido comenzaba de forma diferente a los últimos, porque aunque en el minuto 4 ya habíamos mandado un balón al palo (cuatro en dos partidos) y a los diez minutos todavía no nos habían metido ningún gol, ni habían tirado a puerta. Llegué incluso a pensar que el mal fario defensivo esta vez no iba a hacerse presente. Incluso, un minuto después, Navas desbarataba lo que podía haber sido el 0-1 tras una internada por banda derecha que ningún defensa fue capaz de parar y justo después Benzema (sí, él) remataba de cabeza el primer gol. Casi casi como si fuera un delantero centro. Con emoción se percibía en la grada, particularmente en este séptimo anfiteatro, que la suerte estaba cambiando y que por fin el Madrid iba a obsequiar a su público con una victoria holgada sobre un rival que estaba dos escalones por debajo en cuanto a juego.

Desgraciadamente, esa emoción era infundada, y a partir del gol el partido se convirtió en un aburridísimo monólogo del Madrid, que la tocaba sin profundidad, centraba desde la banda, recuperaba el rechace de la defensa, y volvía a empezar hasta que el rival montaba un contraataque y a la defensa se le veían las costuras. Así, toda la primera parte. Un rollo terrible interrumpido únicamente por un par de fallos clamorosos de Benzema e Isco que decidieron tirar mal antes que pasar a un compañero mejor situado. Lo normal.

En el descanso, Lopetegui no se atrevió a cambiar nada ni a nadie, y lógicamente, nada cambió. Todo siguió exactamente igual de aburrido hasta el minuto 54 en que por fin Isco abandonó el campo y entró Fede Valverde. Casualidad o no, inmediatamente después del cambio, Marcelo marcó el 2-0, el jeugo empezó a fluir, y se tuvieron algunas oportunidades que no cuajaron. El resultado y el juego invitaban a la tranquilidad. Tanto, que los nuestros se tranquilizaron como suelen, y dejaron de incomodar a los jugadores rivales. Así, con esas facilidades, se pudo ver cómo un jugador contrario cogía la pelota, avanzaba desde el medio del campo sin que nadie se opusiera, entraba en el área y batía por bajo a Navas. Minuto 78, y a sufrir otra vez. La pitada a la desidia defensiva fue importante. Menos mal que a nuestros jugadores eso no les afectó, y pudieron seguir sesteando un rato más mientras el rival achuchaba, aunque tampoco demasiado.

Y entonces, en el 87, a Marcelo le hacen una falta y éste se revuelca por el suelo. Le atienden los fisios, se levanta para sacar de banda, el árbitro le para para que Lopetegui pueda cambiar a Benzema por Mariano, saca de banda, y se tira al suelo lesionado. El árbitro para el juego, entran las asistencias y Marcelo se retira cojeando visiblemente. Como se acababa de hacer el tercer cambio unos instantes antes, el Madrid termina jugando con diez ante el estupor del público que no entendió por qué Marcelo no había pedido el cambio quince segundos antes, para no perjudicar al equipo. Menos mal que no nos empataron.

Al final, mientras sonaba por megafonía a todo volumen el himno del Madrid, el público pitó a los jugadores. Por la desidia defensiva, por la falta de remate a puerta, por el aburrimiento del juego, por la inexplicable actitud de Marcelo y porque no se entiende que estos jugadores le pongan a veces tan poquito interés a lo que hacen.

Y eso, a pesar de haber ganado, que si no...

miércoles, 3 de octubre de 2018

Tan malos que juegan solos... y pierden.

Otra vez el Madrid regaló, o se dejó meter, que lo mismo da, un gol en el primer minuto de partido. Otra vez Kroos falló pases que nunca se fallan. Otra vez tocamos y tocamos y tocamos. Otra vez pasamos atrás en lugar de tirar a puerta. Otra vez tiro al palo. Otra vez Benzema no estaba, o peor aún, estaba como si no estuviera. Otra vez los centros que se pasan o no llegan, y que la mayoría de las veces corta la defensa. Otra vez el portero te saca la única que tienes. Otra vez los tiros a las nubes. Otra vez tiro al palo. Otra vez la posesión inútil, el manoseo sin rumbo del balón. Otra vez once defensas mirando, de la misma manera que la vaca mira al tren, cómo los de blanco se pasan el balón en horizontal de un lado al otro, y al otro, y al otro, y al otro. Otra vez Keylor teniendo que parar el único tiro que nos hacen, aparte del gol. Otra vez tiro al palo. Otra vez los últimos pases al hueco tapado por el defensa. Otra vez las carreras del final cuando ves que se te acaba el partido. Otra vez perdiendo un partido que deberíamos haber ganado.

No sé si habrá sido el peor partido del Madrid esta temporada, porque no vi el que perdimos en Sevilla pero desde luego sí ha sido mucho peor que el del sábado pasado ante el Atlético, que ya fue malo. Salimos empanados y regalamos el primer gol. Suele pasar a menudo. Los rusos aprovecharon para aparcar dos líneas de cinco delante de su portería, y ahí se acabaron las ideas. De derecha a izquierda, y luego a la derecha, y luego a la izquierda, ad infinitum. Centro al área, despeje de la defensa sin salida al contraataque, recuperación de balón y de derecha a izquierda, y luego a la derecha, y luego a la izquierda, otra vez. Ocasionalmente un tiro que podíamos recoger aquí, en el Séptimo Anfiteatro, y si no, al palo. ¡Al palo!. ¡Al palo!. ¡Tres palos, por dios! A ver a quién le dices que de las cuatro veces (sólo 4) que tus tiros han ido a puerta en 90 minutos y descuento, una te la ha parado el portero y tres (¡tres!) han ido al palo.

En fin, derrota por la mínima. Mucho premio para el antifútbol ruso, pero premio válido al fin y al cabo. Quizás hasta merecido, porque ellos jugaron a lo que quisieron, que fue a destruir, a defender sin atacar, a no querer ganar, a aprovechar el error del contrario, y les salió bien. Y nosotros jugamos  a alcanzar porcentajes de ridícula posesión, a intentar marcar tirando a puerta lo mínimo y a algo más que ahora mismo no sé lo que es. Y nos salió mal. Ayer el balón lo tuvo sólo un equipo. Sólo jugó un equipo. Y era tan malo que perdió.

lunes, 1 de octubre de 2018

Derbi irrelevante en la séptima jornada

Empate con el Atlético. Otro año sin ganarles en casa en Liga, en un partido que sólo tuvo algo, poco, de emoción por ser el rival el que era. Porque juego no se vio mucho. En el Madrid aportaron lo mismo Marcelo e Isco, ausentes por lesión, que Benzema y Bale que según cantaron en la alineación inicial sí jugaron.
Y el caso es que al inicio se podía pensar que después del desastroso primer tiempo en Sevilla hace unos días nuestros queridos jugadores saldrían a morder ante un rival que les debería motivar, puesto que ha sido dos veces finalista de la Champions, no hace mucho, y que además nos odia.
Pero no. Tampoco tocaba. Como no era Champions, pues parece que no merecía la pena correr.

Alguno se salvó, cierto es. Courtois paró dos mano-a-mano que parecía que nos mataban, Ceballos, cuando salió, hizo cosas buenas oxigenando un poco el juego, y Vinicius, ese jugador de nuestro filial de Segunda B que dicen que tiene buenas maneras, consiguió en dos minutos que le dieran cuatro patadas que el árbitro no tuvo más remedio, muy a su pesar, que castigar con tarjeta. Si Lopetegui saca al chico antes del minuto 88, igual consigue que el rojiblanco árbitro de ayer expulse a algún defensa "intenso". Claro que también, con el árbitro que había, igual al chico le desgraciaban la pierna "pá siempre" ante la atenta mirada del del pito, que habría dicho aquello de "sigan, sigan".

Hoy, dos días después del empate a nada en el Bernabéu todavía duelen las patadas de los jugadores del Atlético, por supuesto sin tarjeta. Oigo además que el equipo de las rayas blancas sobre fondo rojo se queja de un posible penalti por mano de Casemiro tras rebotarle el balón en el la pierna. Se ve que no conocen el reglamento, ni les importa. Son el equipo del pueblo y con eso basta.

Poco más que decir de otro partido irrelevante más en el que queda de manifiesto lo que al Madrid le interesa la Liga este año (¿y van?). A ver si con un poco de suerte el equipo adorado del régimen, ese que viste de rojo y azul sigue dejándose puntos y así, si nos eliminan de la Champions, podemos dedicarnos a la Liga con un poco de dignidad.