domingo, 16 de septiembre de 2018

Sergio Ramos no tuvo la culpa del empate a uno en San Mamés.

A veces me desespera Sergio Ramos. Y cuando el Madrid no gana, aunque no sea estrictamente por su culpa, esa desesperación se convierte en un cabreo monumental.

Hoy ha sido una de esas tardes en las que el Faraón futbolístico de Camas ha aireado parte de su repertorio de cosas exasperantemente raras: Ha perdido al menos un balón en defensa que casi (esta vez sólo "casi") nos cuesta un gol; ha subido al ataque sin venir demasiado a cuento varias veces, y no contento con ello, al menos una vez se ha quedado arriba en fuera de juego para estropear la jugada; también se le ha visto estorbar a un compañero para sacar el balón, a riesgo de perderlo... en fin, casi todo. Ha faltado el penalti tonto en contra, pero tampoco era necesario.

Y si no hemos ganado en Bilbao, no ha sido por culpa de Ramos. Quede claro. Porque hoy el Madrid no ha jugado "mal". De hecho, ha jugado mejor que el rival, y habría podido marcar algún gol más. Desgraciadamente para nuestros intereses, el portero local estuvo inspirado en tres acciones en las que el gol parecía clarísimo, y engrosará la lista de "internacionales-cuando-juegan-contra-el-Real-Madrid". Esas cosas pasan y no hay demasiado que hacer. También podríamos haber ganado si hubiéramos tirado más a puerta en la primera parte o si Bale hubiera estado presente en el campo no sólo en cuerpo, sino también en alma, y si no nos hubieran marcado (otra vez) en una jugada en la que a nuestra defensa se le colaron dos rojiblancos hasta la mismísima línea de gol. Pero no fue, y no ganamos.

Toca pensar en la Champions, que empieza el miércoles. Es más, sospecho que hoy algunos pensaban en la Roma más que en los de Bilbao, y más en los partidos de selecciones de la semana pasada que en el partido de hoy.

Ah, se me olvidaba... nuestro gol lo marcó Isco, culminando de un cabezazo propio del mejor delantero centro una jugada con dos pases espectaculares, de Kroos y Bale (lo único reseñable del galés en todo el partido).

Empate al final y dos puntos perdidos en el primer partido de Liga contra un rival de entidad. Y no fue culpa de Ramos.

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