En el año 1085, las tropas de Alfonso VI de Castilla rodearon la muralla de Magerit, con ánimo de conquistarla. Un soldado se adelantó a los demás, y escaló la alta muralla con ayuda de una daga que iba hincando en las juntas de las piedras. Tanta habilidad y rapidez demostró que el rey Alfonso VI comentó para que todos lo oyeran "parece un gato". El soldado consiguió sobrepasar la muralla, cambió la bandera mora por la cristiana, y eso fue la señal para que las huestes del rey castellano comenzaran la batalla y reconquistaran la ciudad. Desde entonces, a los nacidos en Madrid se les denomina en ocasiones "gatos".
Algunos siglos más tarde, en 1597, Shakespeare escribió su tragedia de Romeo y Julieta. En ella, Mercutio, el mejor amigo de Romeo dio el sobrenombre de "príncipe de los gatos" a Teobaldo, primo de Julieta. Era Teobaldo un hábil espadachín, que acabó matando a Mercutio, que le había puesto tan gatuno sobrenombre.
Ayer en el Bernabéu jugaron el Madrid y el Rayo Vallecano. Dos equipos de la ciudad de Madrid, y por tanto, "gatos". En el minuto 12, "el gato" Benzema marcó el único gol del partido y hacia el final, Courtois, que se llama Thibaut (Para los que no lo sepan, Thibaut es como se dice en francés Teobaldo, como el "príncipe de los gatos" de Romeo y Julieta), salvó el resultado en el 93 con dos paradas de reflejos felinos que a mí me recordaron a las que Casillas hizo en la final de la Novena contra el Bayer Leverkusen. Hubo además un tiro al palo de Kroos y un par de remates de Asensio que no entraron, porque a Asensio últimamente no le entra nada. En definitiva, el Madrid salvó los tres puntos en un mal partido, otro más, donde los "gatos" tuvieron su presencia. El único que se desmarco de la noche felina fue el árbitro, De Burgos Bengoechea, que se pasó la tarde haciéndole perradas al Madrid.